Hace unos días vi el documental recientemente estrenado sobre la historia del grupo zaragozano Héroes del Silencio (ojo, puede haber algún spoiler). No es que fuera seguidora de ellos en su momento sin embargo me interesaba conocer las experiencias y retos a los que se enfrenta un grupo de música.
Permanecieron en su "empresa" doce años y con mucho trabajo consiguieron cumplir sus sueños o al menos parte de ellos.
Cuando se encontraban en lo más alto, Juan Valdivia(guitarrista) comenzó a tener dolor en sus dedos, eso le impedía tocar bien y en el concierto en el que al grupo le esperaban los grandes de la industria discográfica japonesa para subir un peldaño más hacia su reconocimiento mundial, Enrique Bunbury (cantante) perdió lo más importante para él, su voz.
El "tren" en el que viajaban iba a tres mil por hora, sus cuerpos hablaron y dieron la señal de alarma.
Como Héroes, probablemente tú o alguna de las personas que te rodean y quieres se haya subido a un tren que en principio viaja a una velocidad agradable y se disfruta del paisaje pero transcurrido un tiempo la velocidad que alcanza es demasiado elevada y ni siquiera se alcanza a distinguir los árboles a través de la ventana. Y no sólo te hablo de trenes como el de Héroes, profesionales, en los que la carga de trabajo es abrumadora sino también trenes veloces familiares, sociales y de estilo de vida...¿o nadie se ha visto nunca con un endeudamiento mayor o unos gastos mensuales a los que para hacer frente ha tenido que hipotecar su vida y la de sus hijos? ¿o se ha metido en tantas obligaciones familiares o sociales que no tiene tiempo para sí mismo, siente ansiedad y necesita estimulantes para seguir en el tren?
Es muy difícil bajar de nuestros trenes cuando van a toda marcha; da miedo y no es fácil renunciar a tu estatus ya sea económico, profesional, social o familiar, a ese rol que has desempeñado tanto tiempo, sin embargo permanecer ahí en muchas ocasiones afecta negativamente a tu integridad y equilibrio físico-mental.
No siempre somos conscientes de ello hasta que no sentimos el dolor en nuestro cuerpo o en nuestra mente que nos avisa de que un cambio es necesario.
Algunos alumnos, tras la primera práctica de Yoga o transcurridas unas semanas me comentan que les duele algo; su cadera, su columna lumbar o que sienten calambres en sus músculos, en definitiva alguna molestia en su cuerpo de la que no siempre se era consciente. Os confieso que para mí es una señal de que progresan en su práctica, están escuchando a su cuerpo no sólo encima de la esterilla sino cuando están fuera de ella, algo que no se habían permitido todavía. Esta consciencia les ayudará a darse cuenta de que necesitan hacer algún cambio en sus vidas.
La práctica de Yoga te facilita la posibilidad de parar, observarte y sentir la velocidad a la que va tu tren. Siempre digo que la práctica de Yoga no resulta todo el tiempo agradable :) sin embargo, tras esa incomodidad y esos momentos en los que tu cuerpo habla se esconde la grandeza de esta práctica milenaria y es que se puede convertir en tu guía para iniciar el cambio que necesitas.
Permítete espacios, aunque sean pequeños, para parar y estar contigo. Somos responsables de nuestro cuerpo, de nosotros depende seguir subidos al tren hasta que descarrile o convertirnos en las personas que queremos ser y que se cuidan y se involucran en su bienestar y el de los que le rodean.
Por cierto, Enrique Bunbury practica Yoga y algunos entendidos dicen que el mejor álbum ha sido "El espíritu del vino" que se lanzó en 1993 tras el viaje iniciático que hizo la banda a la India.
Disfruta de tu viaje
Excelente reflexión Mayte. Hace ya muchos años, yo también realicé que es una incongruencia hipotecar la vida para pagar otra hipoteca (casa, coche, estatus social etc). Y es cierto que la práctica del yoga te ayuda a mirar hacia adentro. Un abrazo.